...y casi sin darme cuenta el verano hizo su aparición. Cuando mi vida parecía esbozar un camino ya firme llegó de repente. Quizás me pareció tarde porque el tiempo no decidía adecuarse a lo que las fechas decían. Y cuando por fin lo hizo estábamos ya casi en Julio. El caso es que estos primeros dias de la estación supusieron ya la visualización de unos resultados producto de mi "nueva" situación mental y, por qué no decirlo, espiritual. Con sus momentos cumbre y sus momentos bajos como es habitual en mi, pero con ese cambio de actitud tan esencial sin el cual todo este trabajo no habría sido posible. Y todo ello vivido desde un prisma completamente nuevo que lo hacía todo mejor aún si cabía: las primeras semanas en mi nuevo piso montando, planeando, ideando y preparando ya para cuando acabara el verano (en cierta medida puede que estuviera pensando más en el final del mismo que en su propio desarrollo)Toda esta mezcla de sentimientos y sensaciones me provocaban, por primera vez creo yo, no DESEAR viajar a Tenerife (sí querer, pero a niveles mucho más bajos que otros años) a pesar de que hacía más de 5 meses que no volvía por mis tierras a 2500km de distancia. Sin embargo, esas ganas y la certeza de que realmente NECESITABA volver por un tiempo corto que sabía que iba a disfrutar me obligaron a mentalizarme. Decidí no agobiarme y tomarme un "brake". A pesar de que todo lo comenzado estaba a la mitad o directamente al principio opté por pulsar el botón de pausa y dejarlo todo más o menos igual hasta que volviera allá por principios de septiembre. No parecía algo complicado. Siempre es más fácil dejar algo empezado pero concretado en un estado latente para volver a retomarlo, que directamente empezar desde cero. Así que con la conciencia alta, sereno y con ganas de descansar, desconectar y disfrutar llegué a mi isla....
...y pasaron los dias, agradables, tranquilos, de grandes conversaciones y aún mayores escuchas. Dias de intercambios de opiniones con amigos de siempre, con los que se mantiene la esencia de siempre pero con un cambio fundamental: una madurez ya indiscutible que nos hace alejarnos aún más de aquella época que nos unió a todos, nuestra adolescencia. Nos contamos las historias que nos hemos perdido en estos 5 meses sin vernos, les relato todos mis pasos hasta encontrarme donde estoy; y cuando llego a la parte presente, aquella en la que hago un parón para concentrarme en mi verano... algo en mi interior se revuelve. Sin embargo, no dejo que se exteriorice hasta estar en la completa soledad. Allí es cuando dejo que se exprese tímidamente para poder analizar su razón de ser. Y ante esta pantalla que escribo, rápidamente llega la solución. Mi interior no quiere pulsar el botón, no quiere que haya una pausa. Desea continuar con lo que empezó para poder saber a dónde le lleva, porque sabe (y ve como le ocurre) que le están surgiendo nuevas oportunidades a lo lejos que no puede materializar. Y entonces, si no puedo realmente hacer esa "pausa", si continúo pensando en historias que realmente no puedo vivir por ahora...¿qué puedo hacer? Pues sencillamente lo que tiene que pasar y que, a pesar de mis convicciones sabía que tarde o temprano tendria que venir.
ESPERAR
Ryden
