lunes, 17 de agosto de 2020

A strange summer, yet a good one

Este año 2020 nos ha cambiado la vida a todos... De repente en Marzo nos vimos sumidos en una pandemia mundial por el coronavirus surgido en China. Por primera vez desde la Gripe Española de 1918 el mundo se enfrentaba a una verdadera crisis sanitaria debido a la propagación del virus por todo el planeta. Así que, de repente, en medio de mis dos primeras semanas de vacaciones el Gobierno toma la drástica (pero necesaria) decisión de confinar a toda la población en sus casas. Se suspenden las clases, se cierran la mayoría de negocios que no fueran esenciales, se restringe la libertad de circulación en vía pública sin una causa justificada... De repente el país se paró por obligación y la incertidumbre pasó a convertirse en una constante. Sin embargo, ya desde el principio supe ver rápidamente como mi situación personal concreta me convertía en cierta medida de los pocos "afortunados" durante todo este proceso.

Me explico...

A pesar de que esas dos semanas de vacaciones se fueron al traste, me di cuenta de que por mi trabajo en Mercadona de repente yo era un "trabajador esencial". Los supermercados, así como farmacias y otros pocos establecimientos esenciales se mantuvieron abiertos. Así que, mientras la inmensa mayoría de España no sabía que iba a pasar con su futuro laboral y económico, yo me encontraba con un puesto indefinido que me iba a seguir reportando mi sueldo habitual cada mes (además de un "plus" que nos pagaron en el mes de Abril por nuestro esfuerzo durante las caóticas primeras semanas cuando empezó todo). Por otro lado, me di cuenta con el paso de los días como este confinamiento no iba a alterar en exceso lo que había sido mi "vida" en el último año. Debido a mis deudas mi vida social se había reducido muchísimo y rara vez me permitía hacer algún plan con amigos que supusiera gastar dinero. Así que este encierro tampoco sería un cambio muy drástico y en el fondo me iba a ayudar a gastar aún menos dinero. Así que, con todo esto en mente encaré el confinamiento de la mejor manera posible...

Hubo días mejores, días peores, mucha reflexión, mucho tiempo para mi... Y las semanas iban pasando convirtiéndose en meses en los que los contagios y las muertes no hacían más que ascender. Lo que en un principio yo creía que serían uno o dos meses como mucho se fue alargando y acercando peligrosamente al verano. Como cada año yo ya tenía mis dos semanas de vacaciones pedidas a principios de Junio para coincidir con el Primavera Sound y poder trabajar allí, así como aprovechar los siguientes 10 días y darme el salto a Tenerife. Pero mis planes, así como mis vacaciones se fueron a la mierda...

Después de casi 3 meses encerrados en casa, a finales de Mayo comienza la "desescalada" de manera progresiva en 4 fases de dos semanas cada una como mínimo (que podrían a su vez alargarse si la cifra de contagiados no descendía lo suficiente). Con el Primavera Sound suspendido y los viajes fuera de la comunidad prohibidos hasta el final de la desescalada tuve que aceptar que no iba a poder ir a Tenerife este año. Y como se trataba de mis dos últimas semanas de vacaciones del año tendría que esperar hasta el 2021 para poder viajar a mi Tierra... Pero bueno, por suerte uno ya tiene experiencia para aceptar "realidades inevitables", así que lo asumí lo mejor posible e intenté concentrarme en cómo podría aprovechar ese tiempo en Barcelona.

Durante mi 1ª semana de vacaciones estábamos aún en la Fase 1, en la que se permitían reuniones de hasta 10 personas en lugares particulares. Así que ese fin de semana, después de casi 3 meses sin vernos, decidimos organizar una fiesta "post-cuarentena" en casa de Marc para reencontrarnos todos. Y como era de esperar fue, por decirlo de alguna manera, FUERTE... Después de tanto tiempo encerrados nos dejamos llevar absolutamente como hacía mucho no nos permitíamos. Y era justo lo que necesitábamos todos.

Tras esta primera semana entramos en la Fase 2 coincidiendo con mi segunda semana de vacaciones. Suponía ya un aumento de libertades y la apertura por fin delas playas para uso recreativo. Así que con esto en mente me propuse comenzar la "temporada de playa" por todo lo alto... sin tener en cuenta que todo podía irse al garete por una tremenda tormenta veraniega que duró prácticamente toda la semana. De nuevo, una semana más encerrado en casa sin poder aprovechar esos días libres. Y, sinceramente, no me lo tomé bien... Podría decirse que esa semana fue de las peores durante todo el confinamiento. Sin embargo, tras mi vuelta al trabajo tomé una determinación: Iba a aprovechar el verano lo máximo posible. Al estar mi Mercadona apenas a 10 minutos de la playa decidí obligarme a ir al salir de trabajar al menos unas horitas. Que para estar encerrado en casa mejor estaba en la playa. Y lo cumplí. Los días que no fuera a la playa iría al gimnasio una vez los volvieran a abrir para retomar la rutina que me vi forzado a dejar al principio de la pandemia. Y lo cumplí. Los domingos (mi único día libre) quería obligarme a madrugar (algo que tampoco me costaba demasiado) para irme desde bien temprano a la playa a pasar el día entero. Y lo cumplí. Quería aprovechar cualquier ocasión para estar más con mis amigos los fines de semana y disfrutarlos más de lo que lo había hecho en los últimos años. Aunque eso supusiera gastar un poco más de lo debido. Y lo cumplí. Y así pasó Junio y parte de Julio... y me di cuenta de que estaba siendo sorprendentemente de los mejores veranos de los últimos años. Todo parecía que iba a volver poco a poco la normalidad cuando finalmente se organiza a mediados de Julio lo que iba a ser mi primer evento de ocio nocturno (fuera de una casa). La guinda del pastel...

Pero por desgracia una semana antes se empieza a producir lo que ya habían vaticinado que podría ocurrir. Los contagios comienzan a crecer de nuevo y se tiene que dar marcha atrás. Se vuelve a cerrar todo el ocio nocturno así como los gimnasios. Por suerte las playas se mantuvieron abiertas, así que las semanas siguientes continuaron de la misma manera, a base de playa y quedando con amigos en sus casas...

Y en un abrir y cerrar de ojos nos pusimos a mediados de Agosto a apenas una semana de mi cumpleaños. Buen momento para hacer balance de todo. Así que, tras analizarlo todo bien tuve que admitirlo: Ha sido un verano extraño, pero ha sido un BUEN verano. Y con eso me doy más que satisfecho. La semana que viene es mi cumpleaños y lo celebraré de manera informal reuniendo a todos mis amigos para pasar el domingo en la playa en lo que para mi será la "clausura oficial del verano".

¿Por qué?

A finales de Octubre tengo la prueba para el título de Catalán que, una vez obtenido, me permitirá opositar para cualquier puesto en la Administración en Barcelona. Así que tengo que irme ya preparando para ponerme a estudiar de nuevo por primera vez en muchos años. Y creo que tras este verano tan bueno y de tantos propósitos cumplidos puedo encarar esta nueva etapa con ganas, madurez y sobretodo determinación. Ahora empieza el verdadero trabajo para mi futuro. Ahora empieza la etapa en la que se decidirá todo. Y solo acabará de manera positiva si me mantengo férreo en mis convicciones y fuerte para cumplir mis objetivos.

Y por primera vez en mucho tiempo, me siento verdaderamente preparado para que así sea.

:)

NO MORE FEAR


Un San Juan verdaderamente inolvidable <3

jueves, 25 de junio de 2020

Full deconstruction to make a new start (Part III)

Una de las principales razones que me movieron a dar el paso de dejar H&M y buscar una mejora laboral fue el tema económico. En los últimos años había acumulado una deuda de una tarjeta de crédito y llevaba ya mucho tiempo en general llevando una vida más o menos precaria mientras apenas podía pagarla...
Así que cuando conseguí el nuevo trabajo me relajé en ese sentido. Siempre he tenido mucha tendencia a gastar y no he sido el mejor llevando mis propias finanzas, así que al comprobar que mis ingresos mensuales aumentaron considerablemente así lo hicieron mis gastos. De esta manera no me costó ni diez segundos aceptar la oferta de una tarjeta de Vodafone con unas (supuestas) condiciones magníficas y una gran línea de crédito. Así que no solo habían aumentado mis ingresos sino que ahora tenía en mi poder otra línea de crédito para lo que yo pensaba que serían "emergencias". No lo voy a negar y admito que me dejé llevar por esa falsa imagen de "poder". Por primera vez podía vivir sin medir cada gasto... sin pararme a pensar en ningún momento en el concepto "deuda+intereses"...

Los meses iban pasando y yo me gastaba todo mi sueldo antes de que acabaran... así que siempre me veía obligado a usar la nueva tarjeta a final de mes. Sin pararme en ningún momento a comprobar cómo iba la línea de crédito... Esta dinámica continuó invariable hasta varios meses después de dejar el trabajo. Lo que inevitablemente me iba llevando a darme cuenta del tremendo error que había cometido durante todo este tiempo...

Esta tercera realidad latente estalló cuando finalmente comprobé el verdadero estado de mis finanzas. Una que terminó con cualquier atisbo de esperanza. De repente no solo estaba sin trabajo, hundido moralmente y solo por primera vez en mucho tiempo, sino que además me había fundido en poco más de un año una segunda línea de crédito que triplicaba a la otra. Y aquí terminé de hundirme...como nunca antes me había pasado. Hubo una serie de días muy oscuros en los que consideré seriamente acabar con mi vida. No veía una solución aparente y solo hacía que repetirme como había arruinado así mi vida. Fueron tiempos extremadamente duros, de mucha obligada reflexión, de analizar fríamente todo aquello que me había llevado hasta esa situación. No me quedaba otra. Por primera vez tuve que enfrentarme realmente a mi propia mierda...

Un viaje relámpago a Tenerife para celebrar mi cumpleaños y reunirme con mi familia fue clave para ponerlo todo en perspectiva. Activé el modo "supervivencia" y acepté que tenía que focalizarme en la verdadera prioridad en ese momento: encontrar trabajo lo antes posible. Por suerte en Octubre me cogieron de tele-operador para una empresa de supermercados. Sin embargo las horas y el sueldo no eran suficientes para afrontar mensualmente el pago de todas mis deudas y poder simplemente "vivir". Así que comprendí que si quería salir adelante por mi cuenta tenía que buscar un segundo trabajo para sacarme un sobresueldo. Y en apenas una semana me cogieron de camarero en la sala Tango, casualmente donde hacen la mayoría de fiestas a las que asisto. Así que ya por fin en Noviembre pude "respirar" con algo de tranquilidad.

Sin embargo todo había cambiado... De repente me había convertido en un pluriempleado que trabajaba de lunes a viernes en la oficina y los viernes y sábados noche sirviendo copas. Y el poco tiempo libre que me quedaba tuvo que ser restringido drásticamente si quería recuperarme lo antes posible de todas mis deudas...algo que igualmente ya se iba a alargar muchos años en adelante. Mi vida se convirtió en un ir y venir del trabajo a casa constante, con alguna visita a mis amigos más cercanos una o dos veces al mes. Y fue algo que tuve que aceptar sin remedio. Era la única solución. Yo mismo había provocado todo eso y era mi trabajo encargarme de arreglarlo. En general fue el inicio de los tiempos más duros que he vivido, en los que he comprobado lo verdaderamente fuerte que soy. Mi mente se abrió por primera vez a nuevas posibilidades que nunca antes me había imaginado. ¿Por qué? Mi mundo entero se había roto, todos mis esquemas a la basura...así que ante tal situación en la que toda tu vida se deconstruye solo te queda una opción: Volver a construir desde cero.

Y ahí, en ese momento pude verlo con total claridad y por primera vez en mucho tiempo me sentí en PAZ. Por primera vez tenía un verdadero propósito. Por primera vez acepté verdades sobre mí que nunca me había atrevido a aceptar. Verdades que suponían tirar por tierra para siempre una serie de ideas que habían definido mi pensamiento de manera muy clara durante prácticamente toda mi vida adulta. Me explico...

Dentro de esta vorágine post renuncia de empleo se me sucedían todo tipo de preguntas sobre mi futuro laboral. Después de esta experiencia de la que salí escaldado me preguntaba: "¿hasta qué punto quiero soportar yo algo así por dinero de nuevo?" "¿qué tipo de trabajo sería idóneo para ganar un buen sueldo y que eso no suponga prostituirte por la empresa en la que trabajas?" "¿por qué le doy tanta importancia a que una principal característica de la persona sea su oficio?" "¿Acaso no soy yo y mi vida muchísimo más que mi designación profesional?" Y entonces me di cuenta... El sistema económico está creado para que las empresas funcionen así. Da igual si son medianas, grandes o conglomerados gigantescos. Todos se rigen por el principio de competencia y aumento constante de producción. Y como trabajador te exigirá cada vez más si quieres ser considerado un "triunfador", una palabra que siempre me obsesionó como una meta a conseguir...y que ahora esta más lejos que nunca. Pero si para triunfar tengo que dar mi vida por la empresa en que trabajo, entonces eso no es triunfar. Porque triunfar es lo que haces con tu vida fuera. Tu familia, tus amigos, tus pasiones, tus inquietudes... ahí es donde radica la verdadera felicidad. Así que, con esto en mente pensé: "vale Guille, ahora qué?" "si quieres evitar la empresa privada por todos estos principios que están aflorando, cuáles son tus verdaderas opciones?" La respuesta estaba clara y siempre fue algo que rondaba mi mente vagamente: Opositar. Lo más parecido a una solución que se ajustaba a mis necesidades. Trabajar para el Estado en las mejores condiciones posibles en cuanto a sueldo y comodidades. Un trabajo que me permitiría vivir cómodamente mientras disfruto de mi vida. Así que con esta idea en mente comencé a informarme al respecto y conocer un poco la dinámica. Una preparación que supondría ponerme a estudiar de nuevo y volver a reactivar mi mente como hace mucho no consigo. Sin embargo antes de nada tenía que reorganizar mi vida laboral...

Tras casi una año compaginando ambos trabajos estaba realmente cansado. Y si quería tener tiempo para dedicarle al estudio necesitaba buscarme un único trabajo con mejor sueldo para así poder seguir afrontando el pago de mis deudas. Incluso acepté que este trabajo debía ser algo "fácil", de "menor" categoría como diría antes. Al fin y al cabo necesitaba estar con mi mente lo más serena posible. Y un trabajo como dependiente de tienda o incluso cajero de supermercado se perfilaban como los más idóneos en este sentido. Así que tras un mes buscando en Agosto de 2019 me cogieron en Mercadona en donde trabajo como frutero hasta día de hoy...

Ha sido lo más difícil de mi vida aceptar estar donde estoy, asimilar todas las decisiones que me han llevado hasta este momento. Definitivamente soy una persona diferente. Esto me ha marcado para siempre. Pero estoy bien, estoy sereno. Tengo seguridad laboral, un sueldo decente y un proyecto de futuro verdaderamente realista. Y ahora, cuando miro con retrospectiva he aprendido a no arrepentirme de nada. Todo fue necesario. Todo pasó porque tenía que pasar. Y lo mejor es hacer las paces con eso y seguir adelante.

Porque al final siempre puedes volver a empezar...



Pasado el tiempo, curadas las heridas es el cariño y los buenos recuerdos lo que permanece.

Full deconstruction to make a new start (Part II)

En 2016 y tras cumplir los 30 iba llegando a la conclusión de que estaba estancado profesionalmente...
Tras más de 5 años trabajando en H&M necesitaba un cambio. Necesitaba mejorar mi situación económica así como fijarme unos nuevos objetivos para crecer profesionalmente. Siendo consciente de que encontrar algo de "lo mío" sin verdadera experiencia previa y sin ningún tipo de formación post-grado iba a ser casi imposible, decidí fijarme otros objetivos. Unos más realistas pero que se ajustaran a la "idea" de lo que quería para mi futuro: Un trabajo de "mejor categoría" con verdaderas posibilidades de ascender y crecer profesionalmente. Así que poco antes de que finalizase el año creí haberlo encontrado ante mi sorpresa...
Tras haber sido recomendado por varios amigos que también trabajaban allí, en apenas dos meses me hicieron la primera entrevista y tras una segunda conseguí el puesto. No podía creerme que todos mis planes estaban saliendo (aparentemente) bien. Se trataba de un puesto de tele-operador dando asistencia técnica a clientes de Apple. De repente pasé de trabajar de dependiente en una tienda de H&M a ocupar una mesa en la 5ª planta de un edificio de 19 en el distrito @22 de Barcelona. En él una sola empresa llevaba este tipo de servicios para distintas marcas (Mango, Swarovski, Google, Apple) en un ambiente verdaderamente multicultural con trabajadores de todas las nacionalidades. Visualmente y aparentemente me encontraba ante un verdadero salto cualitativo a mejor profesionalmente. Incentivos, bonos, buen sueldo, contrato de 40h, posibilidades reales de ascender dentro de la empresa tras un tiempo, formación previa de 3 semanas pagada por la empresa. Todo en mi mente eran mejoras. No podía creer mi suerte y me tomé todo el proceso muy en serio. Obviamente no iba a ser un trabajo "fácil". Mis amigos ya me habían advertido de que en muchas ocasiones iba a ser duro. Pero todos me afirmaban que valía la pena, que realmente estaban muy bien y que el ambiente de trabajo entre los compañeros era genial. Y en el fondo no mentían... Así que verdaderamente encaré esta nueva situación muy motivado, con miedo pero con ganas de hacerlo bien desde el principio y que poco a poco todo fuera a mejor...

Al principio parecía más duro de lo que me imaginaba por la cantidad de conocimientos nuevos que tenía que procesar para la realización de mi trabajo. Pero poco a poco fui asimilándolo todo y tras haber comenzado a trabajar oficialmente el 1 de Mayo de ese 2017 solo tuve que esperar hasta los primeros meses del verano para conseguir mis primeros bonos e incentivos por mi buen rendimiento. Se me daba bien... o yo quería implicarme mucho para hacerlo bien. En cualquier caso, aquí se empezó a gestar una realidad latente que tardaría aún un año en estallar sin yo ser plenamente consciente de la misma hasta apenas un mes antes. En mi acostumbrado afán de enmascarar la realidad con un falso optimismo no quise aceptar lo que cada semana se hacía más patente: este trabajo se estaba cargando poco a poco mi salud mental. Cada día volvía agotado mentalmente a casa y entre semana solo quería desconectar, no hacer nada, quedar eventualmente con mi novio y gastarme mucho dinero en comida a domicilio (al fin y al cabo con este mejor sueldo podía permitirme más caprichos) Los fines de semana los pasaba con mi novio en lo que yo creía que era mi salvación ante toda esta situación. Lo que me hacía aguantar y servía de "bálsamo" inconsciente para afrontar una nueva semana. Pero, ¿por qué este efecto en mi salud mental? Tras hacer un análisis a posteriori de todo el tiempo que estuve allí pude extraer dos ideas/razones. 

- En primer lugar muchas prácticas de la empresa hacia sus clientes que yo estaba obligado a cumplir en el ejercicio de mi puesto y que consideraba cuanto menos "reprobables". Tras irme familiarizando cada vez más con ellas e ir cogiendo experiencia me fui dando cuenta que detrás de las mismas no había una verdadera intención de resolver los problemas que presentaban los clientes sino sacar un rédito económico. En muchos casos (demasiados) mi empatía me jugaba malas pasadas y veía como inevitablemente no "podía" ayudar a muchos clientes por una mera cuestión de protocolos, cuando en el fondo sabía que el problema tenía fácil solución. Muchos días salía verdaderamente derrotado mentalmente del trabajo porque sabía que estaba "mintiendo". Algo que me lleva al siguiente punto.

- Por otro lado muchos de mis bonos e incentivos que incrementaban mi sueldo dependían directamente de la satisfacción del cliente tras la llamada. Algo que, en los casos anteriores podría tornarse casi imposible. Pero desde la empresa ya nos formaban con técnicas que ellos denominaban "soft skills" para abordar este tipo de llamadas. De esta manera intentaban disimular lo que verdaderamente estábamos haciendo. Y es intentar manipular al cliente para que piense que la llamada ha sido satisfactoria a pesar de que claramente no lo había sido. En resumidas cuentas, manipulación y engaño. Poco a poco pero sin pausa esto iba afectando en mi conciencia hasta el punto de sentir verdadero terror por tener que enfrentarme a una llamada que sabía que iba a acabar mal. Y todo en nombre de una de las empresas más ricas y con mejor "reputación" del mundo. Poco a poco lo iba comprendiendo mejor, poco a poco esta realidad latente estaba más presente. Pero yo no quería verlo. Y a pesar del desgaste psicológico, me aferraba cada día a la idea de que era un "buen trabajo" y de que antes o después iba a poder acceder a un puesto superior.

Así que los meses se iban sucediendo mientras yo aguantaba como podía. Suplía este sufrimiento gastando excesivamente dinero, viviendo lo que yo creía que era una vida "acorde" con mi nuevo puesto y sueldo y arropándome en el que era mi pareja...

Y llegó 2018 y con él el punto de inflexión... Tras ver como a pesar de mis intentos de máxima resiliencia iba sintiéndome cada vez peor en mi trabajo tomé la decisión de que a los únicos puestos a los que optaría para ascender sería a aquellos que me aseguraran no coger llamadas nunca más. Y esto solo se reducía a un puesto de controlador...y casualmente salió una vacante en Abril. A pesar de mi agotamiento mental yo seguía haciendo muy bien mi trabajo y mi jefe se llevaba muy bien conmigo. Así que tras la primera entrevista grupal éste me recomendó encarecidamente a la jefa del departamento y tras varios procesos al final la vacante estaba entre otra chica y yo. Y llegados a este punto yo estaba convencido de que lo iba a conseguir...

Pero al haber fallado la prueba de excel (la cual fue de carácter sorpresivo impidiéndome la posibilidad de preparármela previamente) al final el puesto fue para la otra persona. Y allí exploté internamente... y no me vi capaz de continuar por más tiempo como agente telefónico (para que volviera a salir otra vacante como esta podrían pasar aún muchos meses.) Así que ese mismo día 6 de Mayo tomé la decisión más radical de mi vida, cogí mis cosas y me fui. De repente estaba sin trabajo sin otra cosa a la vista. De repente toda esta idea de futuro que ya me había hecho se esfumó sin que hubiera otra que la sustituyera. Pero en ese momento crucial esto era lo último que pasaba por mi cabeza. Yo solo quería irme de allí, alejarme de algo que por primera vez podía identificar como el causante de tanto sufrimiento en el último año. Así que me aferré a esto y afronté las semanas siguientes para descansar, recuperarme, intentar fijar un rumbo a mi vida profesional y, sobretodo, poder dedicarme más y mejor a mi pareja. Al fin y al cabo, todos los problemas derivados del trabajo se habían esfumado y todo iría mejor con él...

Pero de repente esto que había vaticinado no ocurrió. Al tener mucho más tiempo libre empecé a analizar con más profundidad situaciones que se seguían repitiendo con él que no me gustaban, que quería verdaderamente cambiar pero que por alguna razón hasta ahora dejaba pasar. Y poco a poco esta realidad fue haciéndose cada vez más clara hasta que me di cuenta: seguía con él por miedo a volver a estar solo. Algo que en el pasado siempre critiqué fervientemente, considerándome una persona enormemente independiente, de repente me daba en las narices. Y entonces tuve que aceptar la única decisión posible para mí: tenía que dejarlo.

Después de mucho meditarlo, de darnos incluso un tiempo previo para considerarlo, a principios de Julio lo hice oficial y poco más de dos años después de habernos conocido puse el verdadero y definitivo punto final a mi relación. A pesar del dolor y aceptar lo que ello conllevaba, estaba convencido de que era la decisión correcta, tomada de forma madura y racional. Y efectivamente así fue. De hecho esas primeras semanas tras la ruptura fueron muy buenas. Aparentemente me sentí liberado y todo apuntaba a que iba a poder superarlo más rápido de lo que pensaba...

Sin embargo la incertidumbre se apoderó de mi poco antes de empezar Agosto... De repente me di cuenta de la cruda realidad. Estaba sin trabajo, sin prospección a corto plazo de conseguir uno, sin saber exactamente que quería y, por primera vez en mucho tiempo solo. Solo conmigo, solo con mis pensamientos. Y pensé, ingenuo de mi, que al menos lo peor ya había pasado...

Cuando lo peor, esta tercera y última realidad latente estalló en pleno verano en el estado más vulnerable que me he encontrado nunca...

(CONTINUARÁ)

Full deconstruction to make a new start (Part I)

Más de dos años de silencio por aquí... Lo nunca visto en la historia de este blog. Un tiempo de crisis, de oscuridad, de realidades latentes que iban estallando en mi cara una detrás de otra. Una situación extrema como nunca antes había vivido. Completamente desposeído de cualquier certeza que había construido durante tantos años sobre mi presente, mi futuro y mi persona. ¿La razón? Idear y llevar a cabo toda una serie de determinaciones basadas en unas ideas del mundo y de mi mismo completamente erróneas... Una crisis existencial que llevaba gestándose mucho tiempo en mi interior mientras yo inconscientemente hacía todo lo posible por no verla tomando toda una serie de malas decisiones.


Sin embargo para entender esta debacle debo retroceder unos años antes.

Nos conocimos en Mayo de 2016 y estuvimos todo ese verano como "follamigos" informales. Realmente yo no esperaba mucho de todo aquello dada mi experiencia. Así que tras volver de mis vacaciones en Tenerife al final del verano hice por quedar con él. Una serie de cancelaciones y malos entendidos me hizo pasar rápidamente de él. Me lo tomé como una decisión correcta, sensata y madura. Y me quise convencer de ello. Sin embargo esto afectó a mi autoestima más de lo quise admitir y recuerdo que se sucedieron unas semanas bastante bajas de ánimos que yo quise identificar como "crisis de los 30". No tenía ni idea de que esto sería la punta del iceberg...
Mi hermana vino de visita a la ciudad en Noviembre y automáticamente captó mi estado anímico. Yo le conté toda mi "historia" con él y como, a pesar de haber pasado un verano muy divertido, esto se había acabado abruptamente. No pasaron ni 24 horas tras esa conversación que recibo un mensaje suyo (por primera vez en meses) Quiere que nos veamos. Yo en mi intensidad habitual me dejo llevar por la situación tan casual pero al mismo tiempo deseada. Así que tras una quedada en la que dejamos las cosas "claras" decidimos seguir viéndonos.
Las semanas y los meses iban pasando. Y la cosa iba claramente en ascenso a pesar de que su personalidad hermética no dejaba entrever nada de lo que podía ir sintiendo realmente. Sin embargo ahí estaba, ahí seguía y nuestra afectividad iba en aumento. Pasamos Nochebuena juntos y en Fin de Año lo llevé con mis amigos en lo que sería su "presentación oficial" en mi grupo. Algo nuevo, algo importante que supuso verlo por primera vez interactuar con mi entorno. Y todo salió tan bien y empezamos el año de manera tan maravillosa que realmente me convencí de que esto se estaba convirtiendo en algo más...
Más meses pasaron y esta idea no hacía más que reforzarse en la cabeza. Cualquier intento de profundizar y verbalizar lo que nos estaba pasando se me hacía cada día más necesario. Algo que por otro lado me parecía más que lógico porque, realmente nos habíamos convertido en algo mucho más que "follamigos". Y entonces llegó la conversación y su respuesta fue de todo menos esperada... "Dame tiempo para pensarlo". Para mí estaba más que claro, pero pensé que quizás él necesitaba procesar más cosas al respecto... el primero de muchos autoengaños inconscientes que se sucederían en adelante por querer ver siempre el lado bueno de las cosas.
Esta pausa coincidió con Semana Santa que él aprovecharía para ver a su familia y amigos estando tiempo fuera de la ciudad y que yo quise interpretar positivamente como un tiempo en el que verdaderamente reflexionaría sobre lo nuestro. Yo estaba preocupado, nervioso durante esos días pero en el fondo me mantenía siempre positivo.
A su vuelta quedamos un viernes y acabamos pasando todo el fin de semana juntos. Fue un fin de semana buenísimo. Se notaba que ambos teníamos muchas ganas de vernos y yo lo interpreté como la señal definitiva de que la respuesta final sería positiva, a pesar de que el tema ni se tocó hasta ya el domingo...
Tras armarme nuevamente de valor volví a sacar el tema. Y su ambigua respuesta que no coincidía con lo que yo quería oír debería haber sido la señal definitiva de que debía de dar esta historia por terminada allí mismo. Básicamente opinaba que éramos más que "follamigos" pero que no se sentía preparado para ser mi novio... algo que por otro lado ya estaba pasando en la práctica pero que me demostró una falta de inteligencia emocional que debería haberme alejado por completo. Así que allí, en ese momento tomé la que considero fue la única decisión correcta en todo este tiempo que debería haber sido definitiva. Con todo el dolor que ello me conllevaba decidí poner punto y final a lo nuestro ya que (como ya me había pasado en el pasado con la historia de Frank) me di cuenta de que llegados a este punto lo nuestro no llevaba a ninguna parte...
Y pasaron las semanas, duras, de recuerdos, de nostalgia. Otra historia de fracaso más a mis espaldas, otra vez acostumbrarme a la soledad después de haber pasado tantos meses de fisicalidad afectiva como nunca antes había vivido. Sin embargo sabía que había tomado la decisión correcta y que antes o después estaría mejor... sin darme cuenta que esto supondría otro duro golpe a mi autoestima que, de nuevo, no sabría identificar a tiempo.
Poco más de un mes después me escribe. Quiere verme, quiere quedar y todo se me revuelve. Nos vemos en una cafetería del Raval y tras una charla informal decide confesar lo que claramente le está costando un esfuerzo sobrehumano verbalizar. Me echa de menos... quiere que nos volvamos a seguir viendo. Sigue sin querer denominarse mi "novio" formal pero me explica que no hay razón para dejar de seguir viéndonos si ambos claramente queremos seguir haciéndolo. Y claro, ahí de repente me derrumbo internamente... Por primera vez alguien "vuelve" tras haberle dejado. Por primera vez alguien afirma de manera tácita que me echa de menos y que quiere que nos sigamos viendo. Y entonces, embargado por una (errónea) sensación de poder decidí darle otra oportunidad... a pesar de que haciendo eso volvíamos a estar bajo su concepción de lo "nuestro". Pero en ese momento me daba igual. La carne llama a la carne y lo que yo quise interpretar como una decisión 100% racional realmente estaba guiada por un corazón que no quería volver a estar solo.
Y el tiempo fue pasando, y las cosas mejorando... él cada vez más cercano, más receptivo. Yo observando felizmente como esto se estaba empezando a convertir en mi primera relación seria de mi edad verdaderamente adulta.
Y de repente llegó un día como otro cualquiera. Cenamos en su casa con unos amigos que yo aún no conocía y de repente soltó lo que para mi sería una bomba: "Este es mi novio Guille". No me lo podía creer, por fin había pasado. Finalmente había aceptado nuestra realidad...más de un año después de conocernos. Pero no me importaba. Para mi fue un gran paso para seguir consolidando esta relación que tanto bien me estaba haciendo... o al menos eso creía.
Como en toda relación había problemas, malentendidos y roces que los iba intentado arreglar como podía mediante la comunicación. Una tarea normalmente bastante ardua dada su dificultad para identificar y verbalizar sentimientos que justificasen actitudes que yo reprobaba, que se repetían pero las cuales siempre acababa perdonando. Guiado siempre por un pensamiento positivo y optimista pensaba que todo tarde o temprano se arreglaría. Al fin y al cabo las cosas habían mejorado mucho desde el principio y todo cambio lo quería ver verdaderamente posible.

Sin embargo todo esto no era sino un autoengaño inconsciente tras otro por no querer ver esta realidad que tenía ante mis ojos. Y no quería verla por una simple razón. Lo único "bueno" que consideraba que tenía entonces en mi vida era él. No era perfecto y quizás tenía fallos, pero al menos quería estar conmigo. Y eso ya era suficiente como para tapar todo lo demás.

Hasta que llegó el día en el que no era suficiente...

Pero para entender la inevitable llegada de ese día tenemos que remontarnos de nuevo al pasado.

(CONTINUARÁ)