Y finalmente, un largo verano de casi 4 meses llegó a su fin. Un tiempo intenso, bizarro, divertido, feliz...al límite. Miro hacia atrás y todo me parece un sueño, un profundo sueño del que no sabia cuando iba a despertar. Sin embargo mi corazón no tardó en darse cuenta de que ese momento estaba por llegar. En mi afán por utilizar a mi cabeza para acallarlo intenté mantenerme dormido, creyendo que el sueño continuaría. No obstante mi tiempo se había acabado y tuve que aceptar con resignación la realidad. Como consecuencia me ocurrió algo inesperado y a su vez inquietante. Haciendo análisis interno de mis sentimientos y pensamientos llegué a una conclusión que tiraba por tierra toda una autoconcepción cuyo fundamento se había mantenido firme desde que tengo uso de razón. Y ahora, tras 25 años de crecimiento, evolución, aprendizaje y, sobretodo, CAMBIO me doy cuenta de que uno de los pocos aspectos que se habia mantenido firme durante todo este tiempo era más una construcción mental que una cualidad inherente a mi persona. El proceso de conocernos a nosotros mismos es largo, arduo, muchas veces doloroso pero, al fin y al cabo es un camino que te acerca a la verdad...TU verdad, la cual tienes que aceptar y llevar con orgullo allá donde vayas. Pero cuando una de esas verdades que más férreamente has defendido, buscado, anhelado se te revela como un simple deseo que se aleja de tu verdadera naturaleza, toda tu construcción de ideas asociadas a la misma se derrumba. Sin embargo, por suerte, yo no me he caído con ella. ¿Por qué?
Solo hay que volver a empezar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario