Quedamos en el MACBA, delante del mural de Haring. Nos sentamos en una terraza a beber una caña y a conversar. Pasan las horas y nos trasladamos a su casa. Allí caen otras cervezas, chocolate y Pringles mientras la conversación avanza con naturalidad y cada vez más profundidad. Nos reímos, vemos fotos, escuchamos música, nos conocemos... Y a las 23.30 me voy a casa, no sin antes dar un beso de despedida dejando claras las intenciones de volvernos a ver. Sonrío...
Llego a casa y me pregunto: ¿Por qué cuesta tanto retomar este viejo pero sano hábito de tener una cita como medio para conocer a alguien nuevo?
Realmente no lo se... pero estoy contento de haberlo vuelto a hacer.
:)
No hay comentarios:
Publicar un comentario