jueves, 25 de junio de 2020

Full deconstruction to make a new start (Part I)

Más de dos años de silencio por aquí... Lo nunca visto en la historia de este blog. Un tiempo de crisis, de oscuridad, de realidades latentes que iban estallando en mi cara una detrás de otra. Una situación extrema como nunca antes había vivido. Completamente desposeído de cualquier certeza que había construido durante tantos años sobre mi presente, mi futuro y mi persona. ¿La razón? Idear y llevar a cabo toda una serie de determinaciones basadas en unas ideas del mundo y de mi mismo completamente erróneas... Una crisis existencial que llevaba gestándose mucho tiempo en mi interior mientras yo inconscientemente hacía todo lo posible por no verla tomando toda una serie de malas decisiones.


Sin embargo para entender esta debacle debo retroceder unos años antes.

Nos conocimos en Mayo de 2016 y estuvimos todo ese verano como "follamigos" informales. Realmente yo no esperaba mucho de todo aquello dada mi experiencia. Así que tras volver de mis vacaciones en Tenerife al final del verano hice por quedar con él. Una serie de cancelaciones y malos entendidos me hizo pasar rápidamente de él. Me lo tomé como una decisión correcta, sensata y madura. Y me quise convencer de ello. Sin embargo esto afectó a mi autoestima más de lo quise admitir y recuerdo que se sucedieron unas semanas bastante bajas de ánimos que yo quise identificar como "crisis de los 30". No tenía ni idea de que esto sería la punta del iceberg...
Mi hermana vino de visita a la ciudad en Noviembre y automáticamente captó mi estado anímico. Yo le conté toda mi "historia" con él y como, a pesar de haber pasado un verano muy divertido, esto se había acabado abruptamente. No pasaron ni 24 horas tras esa conversación que recibo un mensaje suyo (por primera vez en meses) Quiere que nos veamos. Yo en mi intensidad habitual me dejo llevar por la situación tan casual pero al mismo tiempo deseada. Así que tras una quedada en la que dejamos las cosas "claras" decidimos seguir viéndonos.
Las semanas y los meses iban pasando. Y la cosa iba claramente en ascenso a pesar de que su personalidad hermética no dejaba entrever nada de lo que podía ir sintiendo realmente. Sin embargo ahí estaba, ahí seguía y nuestra afectividad iba en aumento. Pasamos Nochebuena juntos y en Fin de Año lo llevé con mis amigos en lo que sería su "presentación oficial" en mi grupo. Algo nuevo, algo importante que supuso verlo por primera vez interactuar con mi entorno. Y todo salió tan bien y empezamos el año de manera tan maravillosa que realmente me convencí de que esto se estaba convirtiendo en algo más...
Más meses pasaron y esta idea no hacía más que reforzarse en la cabeza. Cualquier intento de profundizar y verbalizar lo que nos estaba pasando se me hacía cada día más necesario. Algo que por otro lado me parecía más que lógico porque, realmente nos habíamos convertido en algo mucho más que "follamigos". Y entonces llegó la conversación y su respuesta fue de todo menos esperada... "Dame tiempo para pensarlo". Para mí estaba más que claro, pero pensé que quizás él necesitaba procesar más cosas al respecto... el primero de muchos autoengaños inconscientes que se sucederían en adelante por querer ver siempre el lado bueno de las cosas.
Esta pausa coincidió con Semana Santa que él aprovecharía para ver a su familia y amigos estando tiempo fuera de la ciudad y que yo quise interpretar positivamente como un tiempo en el que verdaderamente reflexionaría sobre lo nuestro. Yo estaba preocupado, nervioso durante esos días pero en el fondo me mantenía siempre positivo.
A su vuelta quedamos un viernes y acabamos pasando todo el fin de semana juntos. Fue un fin de semana buenísimo. Se notaba que ambos teníamos muchas ganas de vernos y yo lo interpreté como la señal definitiva de que la respuesta final sería positiva, a pesar de que el tema ni se tocó hasta ya el domingo...
Tras armarme nuevamente de valor volví a sacar el tema. Y su ambigua respuesta que no coincidía con lo que yo quería oír debería haber sido la señal definitiva de que debía de dar esta historia por terminada allí mismo. Básicamente opinaba que éramos más que "follamigos" pero que no se sentía preparado para ser mi novio... algo que por otro lado ya estaba pasando en la práctica pero que me demostró una falta de inteligencia emocional que debería haberme alejado por completo. Así que allí, en ese momento tomé la que considero fue la única decisión correcta en todo este tiempo que debería haber sido definitiva. Con todo el dolor que ello me conllevaba decidí poner punto y final a lo nuestro ya que (como ya me había pasado en el pasado con la historia de Frank) me di cuenta de que llegados a este punto lo nuestro no llevaba a ninguna parte...
Y pasaron las semanas, duras, de recuerdos, de nostalgia. Otra historia de fracaso más a mis espaldas, otra vez acostumbrarme a la soledad después de haber pasado tantos meses de fisicalidad afectiva como nunca antes había vivido. Sin embargo sabía que había tomado la decisión correcta y que antes o después estaría mejor... sin darme cuenta que esto supondría otro duro golpe a mi autoestima que, de nuevo, no sabría identificar a tiempo.
Poco más de un mes después me escribe. Quiere verme, quiere quedar y todo se me revuelve. Nos vemos en una cafetería del Raval y tras una charla informal decide confesar lo que claramente le está costando un esfuerzo sobrehumano verbalizar. Me echa de menos... quiere que nos volvamos a seguir viendo. Sigue sin querer denominarse mi "novio" formal pero me explica que no hay razón para dejar de seguir viéndonos si ambos claramente queremos seguir haciéndolo. Y claro, ahí de repente me derrumbo internamente... Por primera vez alguien "vuelve" tras haberle dejado. Por primera vez alguien afirma de manera tácita que me echa de menos y que quiere que nos sigamos viendo. Y entonces, embargado por una (errónea) sensación de poder decidí darle otra oportunidad... a pesar de que haciendo eso volvíamos a estar bajo su concepción de lo "nuestro". Pero en ese momento me daba igual. La carne llama a la carne y lo que yo quise interpretar como una decisión 100% racional realmente estaba guiada por un corazón que no quería volver a estar solo.
Y el tiempo fue pasando, y las cosas mejorando... él cada vez más cercano, más receptivo. Yo observando felizmente como esto se estaba empezando a convertir en mi primera relación seria de mi edad verdaderamente adulta.
Y de repente llegó un día como otro cualquiera. Cenamos en su casa con unos amigos que yo aún no conocía y de repente soltó lo que para mi sería una bomba: "Este es mi novio Guille". No me lo podía creer, por fin había pasado. Finalmente había aceptado nuestra realidad...más de un año después de conocernos. Pero no me importaba. Para mi fue un gran paso para seguir consolidando esta relación que tanto bien me estaba haciendo... o al menos eso creía.
Como en toda relación había problemas, malentendidos y roces que los iba intentado arreglar como podía mediante la comunicación. Una tarea normalmente bastante ardua dada su dificultad para identificar y verbalizar sentimientos que justificasen actitudes que yo reprobaba, que se repetían pero las cuales siempre acababa perdonando. Guiado siempre por un pensamiento positivo y optimista pensaba que todo tarde o temprano se arreglaría. Al fin y al cabo las cosas habían mejorado mucho desde el principio y todo cambio lo quería ver verdaderamente posible.

Sin embargo todo esto no era sino un autoengaño inconsciente tras otro por no querer ver esta realidad que tenía ante mis ojos. Y no quería verla por una simple razón. Lo único "bueno" que consideraba que tenía entonces en mi vida era él. No era perfecto y quizás tenía fallos, pero al menos quería estar conmigo. Y eso ya era suficiente como para tapar todo lo demás.

Hasta que llegó el día en el que no era suficiente...

Pero para entender la inevitable llegada de ese día tenemos que remontarnos de nuevo al pasado.

(CONTINUARÁ)



No hay comentarios: