jueves, 25 de junio de 2020

Full deconstruction to make a new start (Part II)

En 2016 y tras cumplir los 30 iba llegando a la conclusión de que estaba estancado profesionalmente...
Tras más de 5 años trabajando en H&M necesitaba un cambio. Necesitaba mejorar mi situación económica así como fijarme unos nuevos objetivos para crecer profesionalmente. Siendo consciente de que encontrar algo de "lo mío" sin verdadera experiencia previa y sin ningún tipo de formación post-grado iba a ser casi imposible, decidí fijarme otros objetivos. Unos más realistas pero que se ajustaran a la "idea" de lo que quería para mi futuro: Un trabajo de "mejor categoría" con verdaderas posibilidades de ascender y crecer profesionalmente. Así que poco antes de que finalizase el año creí haberlo encontrado ante mi sorpresa...
Tras haber sido recomendado por varios amigos que también trabajaban allí, en apenas dos meses me hicieron la primera entrevista y tras una segunda conseguí el puesto. No podía creerme que todos mis planes estaban saliendo (aparentemente) bien. Se trataba de un puesto de tele-operador dando asistencia técnica a clientes de Apple. De repente pasé de trabajar de dependiente en una tienda de H&M a ocupar una mesa en la 5ª planta de un edificio de 19 en el distrito @22 de Barcelona. En él una sola empresa llevaba este tipo de servicios para distintas marcas (Mango, Swarovski, Google, Apple) en un ambiente verdaderamente multicultural con trabajadores de todas las nacionalidades. Visualmente y aparentemente me encontraba ante un verdadero salto cualitativo a mejor profesionalmente. Incentivos, bonos, buen sueldo, contrato de 40h, posibilidades reales de ascender dentro de la empresa tras un tiempo, formación previa de 3 semanas pagada por la empresa. Todo en mi mente eran mejoras. No podía creer mi suerte y me tomé todo el proceso muy en serio. Obviamente no iba a ser un trabajo "fácil". Mis amigos ya me habían advertido de que en muchas ocasiones iba a ser duro. Pero todos me afirmaban que valía la pena, que realmente estaban muy bien y que el ambiente de trabajo entre los compañeros era genial. Y en el fondo no mentían... Así que verdaderamente encaré esta nueva situación muy motivado, con miedo pero con ganas de hacerlo bien desde el principio y que poco a poco todo fuera a mejor...

Al principio parecía más duro de lo que me imaginaba por la cantidad de conocimientos nuevos que tenía que procesar para la realización de mi trabajo. Pero poco a poco fui asimilándolo todo y tras haber comenzado a trabajar oficialmente el 1 de Mayo de ese 2017 solo tuve que esperar hasta los primeros meses del verano para conseguir mis primeros bonos e incentivos por mi buen rendimiento. Se me daba bien... o yo quería implicarme mucho para hacerlo bien. En cualquier caso, aquí se empezó a gestar una realidad latente que tardaría aún un año en estallar sin yo ser plenamente consciente de la misma hasta apenas un mes antes. En mi acostumbrado afán de enmascarar la realidad con un falso optimismo no quise aceptar lo que cada semana se hacía más patente: este trabajo se estaba cargando poco a poco mi salud mental. Cada día volvía agotado mentalmente a casa y entre semana solo quería desconectar, no hacer nada, quedar eventualmente con mi novio y gastarme mucho dinero en comida a domicilio (al fin y al cabo con este mejor sueldo podía permitirme más caprichos) Los fines de semana los pasaba con mi novio en lo que yo creía que era mi salvación ante toda esta situación. Lo que me hacía aguantar y servía de "bálsamo" inconsciente para afrontar una nueva semana. Pero, ¿por qué este efecto en mi salud mental? Tras hacer un análisis a posteriori de todo el tiempo que estuve allí pude extraer dos ideas/razones. 

- En primer lugar muchas prácticas de la empresa hacia sus clientes que yo estaba obligado a cumplir en el ejercicio de mi puesto y que consideraba cuanto menos "reprobables". Tras irme familiarizando cada vez más con ellas e ir cogiendo experiencia me fui dando cuenta que detrás de las mismas no había una verdadera intención de resolver los problemas que presentaban los clientes sino sacar un rédito económico. En muchos casos (demasiados) mi empatía me jugaba malas pasadas y veía como inevitablemente no "podía" ayudar a muchos clientes por una mera cuestión de protocolos, cuando en el fondo sabía que el problema tenía fácil solución. Muchos días salía verdaderamente derrotado mentalmente del trabajo porque sabía que estaba "mintiendo". Algo que me lleva al siguiente punto.

- Por otro lado muchos de mis bonos e incentivos que incrementaban mi sueldo dependían directamente de la satisfacción del cliente tras la llamada. Algo que, en los casos anteriores podría tornarse casi imposible. Pero desde la empresa ya nos formaban con técnicas que ellos denominaban "soft skills" para abordar este tipo de llamadas. De esta manera intentaban disimular lo que verdaderamente estábamos haciendo. Y es intentar manipular al cliente para que piense que la llamada ha sido satisfactoria a pesar de que claramente no lo había sido. En resumidas cuentas, manipulación y engaño. Poco a poco pero sin pausa esto iba afectando en mi conciencia hasta el punto de sentir verdadero terror por tener que enfrentarme a una llamada que sabía que iba a acabar mal. Y todo en nombre de una de las empresas más ricas y con mejor "reputación" del mundo. Poco a poco lo iba comprendiendo mejor, poco a poco esta realidad latente estaba más presente. Pero yo no quería verlo. Y a pesar del desgaste psicológico, me aferraba cada día a la idea de que era un "buen trabajo" y de que antes o después iba a poder acceder a un puesto superior.

Así que los meses se iban sucediendo mientras yo aguantaba como podía. Suplía este sufrimiento gastando excesivamente dinero, viviendo lo que yo creía que era una vida "acorde" con mi nuevo puesto y sueldo y arropándome en el que era mi pareja...

Y llegó 2018 y con él el punto de inflexión... Tras ver como a pesar de mis intentos de máxima resiliencia iba sintiéndome cada vez peor en mi trabajo tomé la decisión de que a los únicos puestos a los que optaría para ascender sería a aquellos que me aseguraran no coger llamadas nunca más. Y esto solo se reducía a un puesto de controlador...y casualmente salió una vacante en Abril. A pesar de mi agotamiento mental yo seguía haciendo muy bien mi trabajo y mi jefe se llevaba muy bien conmigo. Así que tras la primera entrevista grupal éste me recomendó encarecidamente a la jefa del departamento y tras varios procesos al final la vacante estaba entre otra chica y yo. Y llegados a este punto yo estaba convencido de que lo iba a conseguir...

Pero al haber fallado la prueba de excel (la cual fue de carácter sorpresivo impidiéndome la posibilidad de preparármela previamente) al final el puesto fue para la otra persona. Y allí exploté internamente... y no me vi capaz de continuar por más tiempo como agente telefónico (para que volviera a salir otra vacante como esta podrían pasar aún muchos meses.) Así que ese mismo día 6 de Mayo tomé la decisión más radical de mi vida, cogí mis cosas y me fui. De repente estaba sin trabajo sin otra cosa a la vista. De repente toda esta idea de futuro que ya me había hecho se esfumó sin que hubiera otra que la sustituyera. Pero en ese momento crucial esto era lo último que pasaba por mi cabeza. Yo solo quería irme de allí, alejarme de algo que por primera vez podía identificar como el causante de tanto sufrimiento en el último año. Así que me aferré a esto y afronté las semanas siguientes para descansar, recuperarme, intentar fijar un rumbo a mi vida profesional y, sobretodo, poder dedicarme más y mejor a mi pareja. Al fin y al cabo, todos los problemas derivados del trabajo se habían esfumado y todo iría mejor con él...

Pero de repente esto que había vaticinado no ocurrió. Al tener mucho más tiempo libre empecé a analizar con más profundidad situaciones que se seguían repitiendo con él que no me gustaban, que quería verdaderamente cambiar pero que por alguna razón hasta ahora dejaba pasar. Y poco a poco esta realidad fue haciéndose cada vez más clara hasta que me di cuenta: seguía con él por miedo a volver a estar solo. Algo que en el pasado siempre critiqué fervientemente, considerándome una persona enormemente independiente, de repente me daba en las narices. Y entonces tuve que aceptar la única decisión posible para mí: tenía que dejarlo.

Después de mucho meditarlo, de darnos incluso un tiempo previo para considerarlo, a principios de Julio lo hice oficial y poco más de dos años después de habernos conocido puse el verdadero y definitivo punto final a mi relación. A pesar del dolor y aceptar lo que ello conllevaba, estaba convencido de que era la decisión correcta, tomada de forma madura y racional. Y efectivamente así fue. De hecho esas primeras semanas tras la ruptura fueron muy buenas. Aparentemente me sentí liberado y todo apuntaba a que iba a poder superarlo más rápido de lo que pensaba...

Sin embargo la incertidumbre se apoderó de mi poco antes de empezar Agosto... De repente me di cuenta de la cruda realidad. Estaba sin trabajo, sin prospección a corto plazo de conseguir uno, sin saber exactamente que quería y, por primera vez en mucho tiempo solo. Solo conmigo, solo con mis pensamientos. Y pensé, ingenuo de mi, que al menos lo peor ya había pasado...

Cuando lo peor, esta tercera y última realidad latente estalló en pleno verano en el estado más vulnerable que me he encontrado nunca...

(CONTINUARÁ)

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